mayo 24, 2012

Bomberos: víctimas directas o indirectas de los eventos adversos?

BOMBEROS ¿VÍCTIMAS DIRECTAS O INDIRECTAS DE LOS EVENTOS ADVERSOS?

Autor: Ysrael Salinas Salinas.ys@gmail.com 

Casi siempre se cree que las únicas “víctimas directas” de los eventos adversos son las personas que habitan una comunidad, o los “ciudadanos comunes y corrientes”. 

Muy pocas personas piensan que los miembros de los organismos de atención primaria también puedan ser afectados directamente por estos eventos. ¿Quién puede llegar a pensar que un cuartel de bomberos pueda sufrir los embates de un incendio, por ejemplo? ¿O que los bomberos puedan ser afectados en la atención de una emergencia? 

 Sin embargo, esas cosas pasan y los bomberos pueden ser afectados de una u otra manera por los eventos adversos. Bien sea por que viven en las zonas donde se produce el siniestro o por la exposición continua a situaciones traumáticas en la atención de emergencias (contacto directo con el sufrimiento, heridos, muertes traumáticas, explosiones, incendios).

 Ventura, Reyes, Moreno, Torres y Gil (2008), expresan que en los bomberos, la exposición a emociones fuertes, se ve intensificada por las condiciones especiales en la que realizan su labor, la vivencia de muertes masivas o personas sufriendo y el tener que trabajar en situaciones en donde existe el riesgo de amenaza física real para ellos mismos, “…implica grandes demandas físicas y psicológicas que ponen a prueba la resistencia, el coraje y las capacidades técnicas de estas personas...” (pag. 2). 

 Ahora bien, la interacción bomberos/emergencias, dependiendo del tipo, duración, intensidad y magnitud del evento adverso, es vista por algunos expertos como una fuente generadora de estrés, en donde el bombero se convierte en “víctima” de lo que percibe durante la atención del acontecimiento traumático. 

 Kliman (1976, cit. por García, Valero y Gil, 2007), habla de las víctimas ocultas de los desastres, refiriéndose a los organismos de intervención, que están en contacto directo con la atención de los desastres, con la visión de los cuerpos mutilados, el dolor y sufrimiento de las “víctimas” y sus familiares hace que estén expuestos a sufrir una gran carga emocional, convirtiéndose en “víctimas potenciales". 

Valero (1996), manifiesta que la afectación que sufre el bombero “…tiende a pasar desapercibida, en parte por su resistencia a aceptar que ellos también son vulnerables…” (pag. 4) Por lo general, los bomberos no reconocen que la atención de emergencia les genere algún tipo de afectación. 

En el Cuerpo de Bomberos de Caracas se les dice “gallos” a los bomberos que presentan actitudes de miedo, de dudas y de que no pueden dominar la situación por los temores que le suscita el enfrenarse a estos eventos adversos. En cambio, son “machos” y/o de “hierro” los bomberos que controlan la situación externa e interna a ellos, es decir, los que realizan eficientemente su labor de atención de emergencias e impiden que el evento los afecte.  
En este proceso de “impedir” ser afectado por los acontecimientos traumáticos que vivencian, se van “moldeando” las maneras de percibir la “realidad bomberil”, …en la interacción con las emergencias, se construyen significados, se modifica la forma de actuar frente a los eventos que se atienden, se construyen estrategias de afrontamiento y se excluye o apoya a los bomberos que se comportan en función de los lineamientos del grupo. (Salinas, 2003:93) 

Dejours (1992), plantea que con estas acciones se busca neutralizar, equilibrar y/o disminuir la magnitud de la carga afectiva de la emergencia, de manera de poder continuar con sus tareas. 

Por otra parte, los bomberos que no se “involucran” con la institución, que no se “acostumbran”, se verán más afectados por la atención de las emergencias. (Salinas, 2003:97).  
Esta afectación que pueden sufrir los bomberos, ha sido abordada por algunos autores (García, Valero y Gil, 2007, Valero, 1996, Ventura, Reyes, Moreno, Torres y Gil, 2008, Letona, 2004), desde el punto de vista médico-psicológico, concibiendo al bombero como una persona que puede ser afectado por los eventos adversos de la misma manera que los demás individuos. 

 Es decir, no se considera que el bombero, como profesional en la atención de emergencias, que “convive” cotidianamente con el drama generado por las situaciones traumáticas generadas por esas emergencias, pueda construir colectivamente mecanismos de defensa para no ser afectados por esos eventos, sino que más bien se piensa que muchos de éstos le rebasan, causándole una serie de trastornos y malestares psicológicos. 

Letona (2004), señala que los bomberos además de estar expuestos al estrés del evento, también lo están al estrés de ayudar a la “víctima”, lo que puede “…desequilibrar los sistemas personales de cuidado que les brinda…además, están en riesgo de sufrir secuelas físicas y psicológicas negativas, siendo una de las más notorias el trastorno por estrés postraumático…” (pag. 4) 

 Siguiendo esta misma idea, Mitchell (1989, cit por Valero, 1996), afirma que el estar expuesto, en las labores de triaje de una emergencia, a cadáveres seriamente mutilados, restos humanos esparcidos o calcinados, el trabajo en ambientes altamente tóxicos, o de alto riesgo, así como también los problemas de tipo organizativo tienen consecuencias graves sobre la salud física y mental de los integrantes de un equipo de rescate o bomberos. 

Morales, Gallego y Rotger (2008), realizaron un trabajo en donde plantean que el bombero sufre los efectos de su intervención en situaciones críticas, los cuales se manifiestan en una serie de trastornos psicológicos, debido a que éstos “…se ven a menudo expuestos al estrés traumático al ayudar a las personas en situaciones de emergencia...” (pag. 9), de lo que se produce el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), en el que se presenta re-experimentación del evento traumático, incremento de la activación y conductas de evitación y bloqueo emocional. 

 García y otros (2007), hablan del “síndrome del agotamiento”. Al cual describen, citando a Cohen como “un estado de desgaste, irritabilidad y fatiga que va progresando en la persona de manera encubierta e imperceptible y disminuye de manera notable la eficacia y la capacidad del trabajador” (Cohen, 1999, cit. en García y otros, 2007:5). 

Según estos autores, en este síndrome, se manifiestan cuatro dimensiones principales de síntomas que tienen el potencial de interferir en las habilidades para actuar en el lugar de las operaciones en forma inmediata o, posteriormente, en el retorno a la rutina laboral y familiar: → Dimensión cognitiva: confusión mental, lentitud de pensamientos, incapacidad para emitir juicios y tomar decisiones, pérdida de la objetividad al evaluar el propio funcionamiento. → Dimensión psicológica: depresión, irritabilidad, ansiedad, agitación, reacciones de cólera excesiva. → Dimensión somática: agotamiento físico, pérdida de energía, dificultades digestivas, trastornos de alimentación, hipocondría, trastornos del sueño, temblores. → Dimensión conductuales: hiperactividad, fatiga excesiva, incapacidad de expresarse verbalmente o por escrito. (García y otros, 2007:5). 

 Otras patologías que están presentes en el personal de atención primaria, según Morales y otros (2008), es la Fatiga por Compasión, la cual es un estado experimentado por los que ayudan, y en el que se produce una “…extrema tensión y preocupación con el sufrimiento de aquellos a los que se les ayuda, hasta el grado de que es traumatizante para el que facilita la ayuda…” (pag. 12), y el Trauma Vicario, en el que el bombero incorpora en su propia memoria las historias dolorosas de las personas que ha atendido, generándosele un malestar psicológico.

 Todos estos estudios parten de una concepción médica, biologicista e individual, que a la vez que unifican todas las vivencias traumáticas (guerras, terremotos, inundaciones, huracanes), neutraliza e invisibiliza las posibilidades y recursos de los bomberos para hacer frente a los eventos catastróficos. Esto lleva a conceptualizar a los bomberos como “víctimas ocultas” o de “tercer grado”, que requieren de atención psicoterapéutica, ignorándose las posibilidades que tienen los bomberos de superar por ellos mismos los traumas generados por la interacción con las emergencias. 

Las actividades que se promueven desde estas perspectivas, se enfocan en el diagnostico y tratamiento de los síntomas y elaboración de los sentimientos asociados al evento traumático. La ayuda humanitaria consiste, según Lozada (2001), “…en el desarrollo de acciones terapéuticas basadas en la adopción de categorías clínicas…” 

 Estas perspectivas médicas, de intervención psicosocial de los desastres, además de excluir la naturaleza colectiva y contextual de las experiencias, centrándose en lo individual y psicológico de los afectados, desconociendo el significado social de la catástrofe. Universaliza las vivencias independientemente del tipo de desastre y del contexto donde ocurren: “Estos enfoques, basados en el modelo médico…no reconocen las particularidades…las desigualdades económicas y sociales que definen el grado del impacto…se abstraen las realidades históricas, culturales, políticas y económicas” (Rangel y Lozada, 2003: 92). 

Aunque los bomberos son seres normales y no superhombres, y que los eventos adversos generan un impacto en ellos, dadas sus características particulares, como profesionales en la atención de emergencias, y realidades sociales específicas, como personal de atención primaria, deben construir mecanismos de defensa que les permiten neutralizar y/o equilibrar la ansiedad, los miedos y el sufrimiento, producto del trabajo que se realiza, de manera de mantener la calma y serenidad y poder continuar con las tareas de ayuda y atención de emergencias. 

La emergencia de por sí es impactante, y si no se conoce y no se ha tenido interacción con alguna parecida, genera angustia. El bombero busca definir, darle un significado a la emergencia, de manera que pueda estar en control del evento con las herramientas que se tienen, y poder tomar las decisiones pertinentes. 

De no lograr el bombero “controlar” la situación, ésta lo afecta. Al mantener bajo control las emociones puedes dedicarte a ordenar las acciones que se deben emprender para atender la emergencia. (Salinas, 2003:68) 

  REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Dejours, Christophe (1992). Trabajo y Desgaste mental. Buenos Aires. Humanitas. 

García Mónica, Valero Mar y Gil José (2007) Psicología y Desastres: aspectos psicosociales. Publicaciones de la Universitat Jauma I. Observatorio Psicosocial de Recursos en Situaciones de Desastres. Castellón de la Plana, España. Recuperado el 11 de septiembre de 2007, de: http://books.google.co.ve/ 

Letona, Paola (2004), Prevalencia de Síntomas del Trastorno por Estrés Postraumático en Miembros del Cuerpo de Voluntario Bomberos. Universidad Francisco Marroquin, Guatemala. Recuperado el 13 de marzo de 2010, de www.tesis.ufm.edu.gt/pdf/3937.pdf 

Lozada, Mireya (2001). Atención Psicosocial en Desastres: problemáticas y desafíos. Seminario Internacional Los aludes torrenciales de diciembre 1999. Caracas, Venezuela. Disponible en http://opsu.sicht.ucv.ve/bvd/pdf/ATEN-PsICOSOCIAL-DESASTRES-Mireya%20Lozada.pdf 

Morales Guillermo, Gallego Luis y Rotger David (2008), Entre Crisis, Traumas y “Burnout”. 7 (2), 8-19. Recuperado el 31 de marzo de 2010, de http://www.cuadernosdecrisis.com/2008/Num7vol2/MoralesGallegoRotger.htm 

Rangel Ana y Lozada Mireya (2003). Intervención Psicosocial en Emergencias: experiencias y compromisos. Acta Científica. Vol. 54, suplemento Nº 1, 88-97. 

Salinas, Ysrael (2003). La Construcción Social del Significado de la Atención de Emergencias y su Relación con el estrés Psicosocial en Bomberos de Caracas. Tesis de pregrado no publicada. Universidad Central de Venezuela. 

Valero, Santiago (1996). Manual Para el Cuidado de la Salud Mental de los Equipos de Primera Respuesta. Recuperado el 19 de enero del 2002 de: http://WWW.angelfire.com/dc/cmm20/primera.htm. 

Ventura René, Reyes Silvio, Puebla Reynol, Torres Rolando y Gil Raúl (2008), Estrés Postraumático en Miembros del Cuerpo de Bomberos Voluntarios. [Versión electrónica], Revista Cubana de Medicina Intensiva y Emergencias, 7(4) Recuperado el 13 de enero del 2009 de: http://bvs.sld.cu/revistas/mie/vol7_4_08/mie06408.htm