junio 26, 2010

Técnicas de Afrontamiento del Estrés.

Meichenbaum (1987), plantea que el estrés psicológico tiene lugar cuando el individuo reconoce que hay un desequilibrio entre las demandas ambientales y sus propios medios para afrontarlo. Entonces, las respuestas al estrés están determinadas psicológicamente por la interacción de los procesos de interpretación y afrontamiento. 

Según este autor los procesos de interpretación se refieren a la evaluación que se realiza sobre los sucesos, en términos de su significación para el bienestar de las personas o en función de los medios disponibles o las opciones de respuestas que posee el individuo. El afrontamiento se refiere también a los esfuerzos psicológicos y conductuales dirigidos al manejo y a la tolerancia del estrés. Ante una experiencia de estrés la persona intenta desarrollar una o varias estrategias con el fin de reducir el estrés. 

 Martín Daza (s.f.), plantea que existe la influencia de ciertas características personales que aumentan la vulnerabilidad de estas personas cuando se ven ante determinadas situaciones o demandas estresantes, lo cual hace que tengan más probabilidades de sufrir un trastorno de estrés. Estas características presentan una gran variabilidad interindividual, e incluso varían en un mismo individuo a lo largo de su historia personal. 

Entre estas características están: -. Personalidad tipo A: se refiere a una tipología de personalidad en las que esta presente un interés desmesurado por la perfección y el logro de metas elevadas, implicación profunda con su profesión hasta el punto de considerarla como el centro de su vida y que lleva al desarrollo de grandes esfuerzos en el área laboral, a una constante tensión, a una incapacidad para relajarse y a una preocupación constante por el tiempo. 

Estas personas son activas, enérgicas, competitivas, ambiciosas, agresivas, impacientes y diligentes. - Dependencia: las personas dependientes o poco autónomas pueden tener problemas en situaciones que implican tomar decisiones o cualquier tipo de incertidumbre y ambigüedad en el trabajo o en otras áreas. - Ansiedad: las personas ansiosas experimentan un nivel de conflicto intrapsíquico alto, esto las hace propensas a sufrir de estrés ante situaciones poco estructuradas o ambiguas. - Introversión: ante algunas situaciones problemáticas, las personas introvertidas son afectadas de una forma muy intensa debido a que por sus características personales se les dificulta obtener apoyo psicosocial. - Rigidez: la rigidez psicológica, la falta de flexibilidad, dificulta la adaptación rápida ante situaciones que cambian violentamente.

 La discrepancia entre la formación y los conocimientos adquiridos, las destrezas, la experiencia y la capacidad física e intelectual y la posición ocupada dentro de un contexto laboral puede requerir de capacidades y conocimientos superiores al nivel de preparación, o, por el contrario, la capacidad de la persona puede estar por encima de lo que requiere el puesto que ocupa, lo cual origina o puede ser, en ambas situaciones, una fuente de frustración e insatisfacción. (ibid)

 Peiro y Salvador (1993), citando a varios autores realizan un resumen de las distintas estrategias de afrontamiento del estrés, según el enfoque teórico: - Teoría psicoanalítica: las estrategias utilizadas para afrontar el estrés según esta teoría son: la represión, el desplazamiento y la negación. - Teoría de los rasgos o estilos: determinados rasgos de personalidad no permiten afrontar adecuadamente las situaciones de estrés; la resistencia, el locus de control externo y las personalidades tipo “A”. - Teoría Secuencial: esta teoría se refiere a las reacciones de estrés en términos de estadio a través de los cuales pasa la persona: negación, angustia, regateo y aceptación. - Teorías Interaccionistas: el afrontamiento como proceso por el cual se aprecia la situación y su relevancia en términos de amenaza, riesgo, peligro, reto; se valoran los recursos y posibles respuestas mediante la interpretación de la situación y las consecuencias que pueda traer. 

Según Medina, González, Gancedo, Ochoa y Sánchez (2002), las teorías psicoanalíticas atribuyen un gran valor a las estrategias que el Yo pone en marcha para reducir el impacto angustioso de un acontecimiento traumático. Estas estrategias o mecanismos de defensa buscan negar o distorsionar su existencia. Entre las estrategias más significativas están: - La anulación: que persigue abolir el impacto del acontecimiento traumático. - Negación: la persona traumatizada rechaza conocer la realidad del acontecimiento estresante. - Aislamiento: se produce un distanciamiento afectivo de la situación amenazante por parte de la persona afectada. - Intelectualización: la persona traumatizada elabora construcciones teóricas (seudocientíficas) sobre su estado y situación (como si se tratase de otra persona) para lograr un distanciamiento emocional de lo que lo afecta. - Desplazamiento: transferencia de las preocupaciones o temores a otros temas menos amenazantes que su propio estado o situación. - Regresión: repliegue sobre sí mismo y búsqueda de apoyo afectivo retrocediendo a etapas inmaduras de su desarrollo físico y emocional.

  Para estos autores las estrategias de afrontamiento al estrés cumplen las siguientes funciones: mecanismos de defensa, reducir la tensión, restaurar el equilibrio, buscar y evaluar información, manejar o reducir el estrés, regular las respuestas emocionales ante una situación estresante. 

 Daza (s.f.), plantea que parece más adecuado analizar la dinámica del estrés a partir de la interrelación y la comparación entre las demandas y las características de las personas, teniendo en cuenta que las características personales no tienen un carácter estático y reactivo con respecto a las demandas del entorno, sino que las expectativas, deseos y necesidades de la persona tienen un efecto dinámico y activo en la relación con el entorno y en último término con la generación del estrés. 

Meichenbaum, D. (1987). Prevención y Reducción del Estrés. Bilbao. Editorial Des Clee de Brouwer. 

Daza, F. (s.f.) El Estrés. Proceso de Generación en el Ámbito Laboral. Recuperado el 19 de enero del 2002 de la World Wide Web: http://internet.mtas.es/Inst./information/publication.htm 

Medina Amor, J., Marcos González, E., Pérez-Iñigo Gancedo, J, Robles Sánchez, J., Gómez-Trigo Ochoa, J (2002), Variables implicadas y respuestas de estrés en situaciones de amenaza. Recuperado el 19 de enero del 2002 de la World Wide Web: http://WWW.Interpsiquis.

Trastornos asociados al estrés.

Existe una serie de efectos que están asociados al estrés que genera consecuencias tanto en el organismo como en la vida de relación de las personas que lo sufren. 

Cox (1978, c.p., Valero, 1996), plantea una serie de efectos que se presentan como consecuencia del estrés:
 - Efectos subjetivos: ansiedad, agresión, apatía, aburrimiento, depresión, fatiga, frustración, culpabilidad, vergüenza, irritabilidad, baja autoestima, nerviosismo. 
- Efectos conductuales: propensión a sufrir accidentes, drogadicción, arranques emocionales, pérdida del apetito o excesiva ingesta de alimentos, cigarrillos y/o alcohol, impulsividad, inquietud, temblor. 
- Efectos cognoscitivos: incapacidad para tomar decisiones y concentrarse, olvidos frecuentes, hipersensibilidad a la crítica, bloqueo mental.
 - Efectos fisiológicos: aumento de las catecolaminas, corticoesteroides y de la glucosa en la sangre, incremento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, sequedad de la boca, exudación, dilatación de las pupilas, disnea, escalofríos, entumecimiento y escozor en las extremidades, alteración en la función inmunológica del organismo 
.- Efectos organizacionales: ausentismo, relaciones laborales conflictivas, baja productividad, alto índice de accidentes, antagonismos, insatisfacción laboral.

 Según el Center for Mental Health of Emergencies de los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) (1985, cit. en Valero, 1996), los eventos estresantes en las emergencias producen enfermedades crónicas como el asma, cardiopatías, hipertensión, úlceras, diabetes. Por otra parte, debido a que el estrés por experiencias traumáticas es de tipo acumulativo vulnera la capacidad de resistencia y puede dar lugar a reacciones violentas por lo que se pueden producir conflictos familiares, divorcios, pérdida del empleo. 

El National Institute of Mental Health (1985, cit en Valero, 1996), describe las diversas manifestaciones psicofisiológicas que experimentan los equipos de atención a situaciones de desastres: 
a.- En la fase de alarma, la cual comprende la alarma inicial o llamado a los equipos de rescate, el periodo de adaptación psicológica y la información sobre lo que esta aconteciendo puede generar lo siguiente: activación del SGA (Síndrome general de adaptación) como respuesta al estrés, dificultad en la orientación y en los preparativos para la partida, dificultad para la comprensión de la información recibida, sentimientos de aturdimiento, de temor, ansiedad y choque, dificultad en la comunicación, incremento en los niveles de actividad y decremento en la eficiencia y realización de tareas sin objetivos. 

b.- En la fase de intervención, las reacciones observadas son propias de un estrés agudo y posteriormente estrés crónico. Los síntomas observados por áreas son los siguientes: 
- Área física: incremento en la respiración, en la presión sanguínea y en los latidos cardiacos, náuseas, diarreas, sudor frío, piel húmeda, temblor en los ojos, labios o manos, oídos tapados, dolor de cabeza, estrechamiento del campo visual, sensación de debilitamiento, hormigueo en partes del cuerpo, dolor muscular, vértigo, languidez. 
- Área cognoscitiva: problemas de memorias, desorientación, confusión mental, dificultad para el cálculo, dificultad para actuar lógicamente, solucionar problemas y/o tomar decisiones, dificultad para la concentración, atención y memoria, pérdida de la objetividad, de las habilidades para conceptualizar alternativas o priorizar tareas, lentitud o dificultad en la comprensión. 
- Área emocional: sentimientos de heroísmo e invulnerabilidad, ansiedad, temor, euforia, fuerte identificación con las víctimas, sentimientos de culpa, cólera, irritabilidad, hiperactividad, tristeza, melancolía, pesar, depresión, mal humor, apatía, sentimientos de aislamiento, abandono, separación, disminución del interés por las actividades usuales, excesiva inquietud sobre la seguridad de otros. 
- Área conductual: inhabilidad para expresar verbalmente los sentimientos, dificultad para comunicarse, hiperactividad sin un propósito específico, decreciente eficiencia y eficacia en las actividades, estallidos de cólera, períodos de llanto, incremento en el uso del alcohol, tabaco y otras drogas, retraimiento social. 

c.- Fase de término, comprende la etapa de la desmovilización en la cual los trabajos de urgencia ya han sido realizados. En esta fase se pueden observar las siguientes manifestaciones: dificultad emocional para aceptar el término de las operaciones, deseo de seguir trabajando, melancolía, depresión, inquietud, disgusto o aburrimiento ante el trabajo rutinario, sentimientos de “añoranza” por el trabajo en desastre, sentimientos de nostalgia por la familia, sentimientos de cólera o frustración, necesidad de hablar, contar y repetir las vivencias del desastre, conflictos con los compañeros que no participaron en las operaciones del desastre, sentimientos de superioridad, conflictos con la familia. (ibid) 

Otro trastorno asociado a la atención de emergencias es el “incidente crítico”, término originalmente empleado por los paramédicos y las agencias de seguridad pública de los EEUU, para indicar la naturaleza de las reacciones traumáticas de estrés experimentadas por los equipos de rescate. 

Definido por Michael (1996, cit en Valero, 1996), como la situación experimentada por las personas que trabajan en la atención de emergencias que enfrentan un trauma repentino y específico, p.e. fallas en la misión, presencia de excesivo sufrimiento humano, pérdida de compañeros, sufrir agresiones físicas, ingresar en ambientes extremadamente peligrosos, sobrevivir a un accidente de trabajo, etc.

 El incidente crítico produce reacciones emocionales, conductuales y fisiológicas interfiriendo en las habilidades para actuar en el lugar de las operaciones en forma inmediata o posteriormente en el retorno a la vida rutinaria laboral y familiar.

 El estrés post-traumático también es otro trastorno que se puede originar en la atención de emergencias. Los síntomas se presentan dentro de los primeros seis meses de la exposición al evento traumatizante. 

Entre las manifestaciones clínicas se observan: recuerdos persistentes de la situación que generan malestar, sueños repetitivos sobre el acontecimiento, sensación de estar reviviendo la experiencia, alucinaciones, malestar psicológico, evitación persistente de estímulos asociados al trauma, reducción de la vida afectiva, dificultad para concentrarse, irritabilidad, etc. 

Los recuerdos traumáticos vividos se convierten en “gatillos mentales” preparados para disparar la alarma al menor indicio de que el momento desagradable esté a punto de ocurrir nuevamente. Esto hace que la persona afectada reaccione ante los distintos momentos de la vida como si fueran emergencias. (ibid) 

En el estrés post-traumático agudo hay una relación temporal, clara e inmediata, entre el impacto de una situación de emergencia y la aparición de los síntomas, los cuales se dan después de 24 ó 48 horas de la exposición y tienden a ir disminuyendo al cabo de tres o cuatro días. 

Ortega (2001), señala que las enfermedades por estrés agudo aparecen en los casos de exposición breve e intensa a los agentes lesivos, en situaciones de gran demanda, en las cuales el individuo debe solucionar o tomar decisiones rápidas. 

El estrés agudo aparece en forma súbita, evidente, fácil de identificar y por lo general es irreversible. Entre las enfermedades que según el autor se observan en este tipo de estrés están: úlceras por estrés, estados de shock, neurosis post-traumática, entre otras. La permanencia del individuo, continúa el autor, ante los agentes estresantes durante meses o años, produce enfermedades de carácter más crónico, con mayor importancia y mayor gravedad. 

Esta persistencia del estrés produce serias alteraciones fisiológicas y psicológicas ocasionando fallas y daños en órganos vitales. 

La mayoría de los autores, incluyendo el DSM-IV ( APA, 1995), agrupa la sintomatología asociada al estrés post-traumático en tres grandes bloques:
 -. Re-experimentación del evento traumático: flashbacks, sentimientos, sensaciones y reacciones físicas y emocionales desproporcionadas ante acontecimientos asociados a la situación traumática, pesadillas. -. Incremento de la activación: dificultades para conciliar el sueño, hipervigilancia, problemas de concentración, irritabilidad, impulsividad, agresividad. 
-. Conductas de evitación y bloqueo emocional: intensa evitación, huida y rechazo del sujeto a situaciones, lugares, pensamientos, sensaciones o conversaciones relacionadas con el evento, pérdida de interés por las cosas que generaban placer, bloqueo emocional, aislamiento social. 

El trabajo constante en situaciones traumatizantes puede ocasionar cambios en la bioquímica cerebral, tales como: el efecto tiroxina, el cual corresponde la liberación de la tiroxina por la tiroides, especialmente cuando la persona ha sufrido el impacto de un suceso altamente estresante como el incidente crítico. 

La tiroxina eleva el valor metabólico de los procesos químicos que tienen lugar en el organismo. 

Los síntomas como consecuencia de estos cambios son: temblor fino de los músculos, inquietud, paranoia, insomnio, aumento de la temperatura interna, de la motilidad gastrointestinal, de la secreción de los ácidos gástricos, de la probabilidad de fallo cardíaco, entre otros (Valero, 1996). 

Otro cambio es el efecto endorfina, el cual origina embotamiento de la sensación de dolor por su efecto opiáceo. 

Sin embargo, a causa del estrés post-traumático, los cambios de la endorfina, altos niveles de ésta en el cerebro, producen entumeciendo de algunos sentimientos, como la incapacidad de sentir placer o la paralización emocional y sensación de estar escindido. En el caso de la corticotrofina, que es la principal hormona del estrés que segrega el organismo para movilizar la reacción de ataque o fuga, los cambios producto del trauma hacen que esta hormona se segregue en exceso alertando al organismo para una emergencia que no existe en la realidad. 

Demasiada corticotrofina en el organismo hace que la persona afectada sienta los mismos sentimientos que el trauma original: empieza a transpirar, siente miedo, tiene escalofríos y tiembla (ibid).

 American Psychiatric Association (1995), Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV). Barcelona, Masson. 

 Ortega, J. (2001). Estrés y Trabajo. Recuperado el día 19 de enero del 2002 de la World Wide Web: http://usuarios.tripod.es/prision/articulos/articulos.htm 

 Valero, S. (1996). Manual Para el Cuidado de la Salud Mental de los Equipos de Primera Respuesta. Recuperado el 19 de enero del 2002 de la World Wide Web: http://WWW.angelfire.com/dc/cmm20/primera.htm.